2/4/09

Se celebra el G-20, ha llegado el tiempo de la transparencia la cooperación y el consenso

Se ha celebrado en Londres la cumbre del G-20 con dos cuestiones que me gustaría destacar. La cualificada presencia de nuestro Presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, que ha consolidado el papel de España en estas reuniones al más alto nivel, y el interés ciudadano que ha suscitado el encuentro.

Todos los ojos están puestos en los dirigentes de las economías más desarrolladas del mundo, que no pueden defraudarnos, porque estamos en una situación de emergencia mundial. Queremos acuerdos útiles y operativos y una hoja de ruta compartida que abran la puerta de la recuperación.

Quienes nos llevaron a esta situación, son los mismos que defendían un determinado modelo económico que ha tenido serias consecuencias que todos padecemos. Y ahora, no pueden darnos ni una sola lección de dignidad a quienes ya dijimos entonces que hacía falta más transparencia en el sistema financiero mundial, más reglas de juego y un reparto de la riqueza de forma equitativa.

El papel de España no va a pasar desapercibido, como estamos comprobando. El prestigio internacional que hemos conseguido en los últimos años y nuestra trayectoria política, económica y social nos permiten ocupar un lugar destacado en el diseño del nuevo escenario internacional; y eso es algo que nos debe hacer sentir orgullosos a todos los españoles y españolas. Aznar no lo logró a pesar de que supeditó los principios y valores de nuestra política exterior a la de otros para intentar sacar beneficios.

El papel internacional de España ha evolucionado mucho y bien en estos años. Hemos pasado de la foto de las Azores, los pies de Aznar sobre la mesa del rancho de Bush y su ridículo, impostado e indigno acento tejano, a influir y ser respetados por las potencias internacionales.

Lo que Zapatero pondrá sobre la mesa son propuestas que deben aplicarse de forma coordinada para salir cuanto antes de la crisis. Defenderá todas las medidas que hagan falta, pero no aquellas que pasen por recortar las políticas sociales y los derechos de los trabajadores, que siempre pagan los platos rotos aunque no sean los culpables de esta situación.

Aspiramos a un nuevo espacio de relaciones entre países, empresas y ciudadanos con un nuevo vocabulario en el que predominen términos como decencia, transparencia, fiabilidad, cooperación o consenso. Y desaparezcan para siempre la codicia, los paraísos fiscales, los abusos, el egoísmo y la especulación.

Me gustaría destacar la necesidad de terminar con la impunidad y la falta de control de tantos miles de millones de dinero sucio que se refugian en paraísos fiscales, al margen del control, las leyes y las obligaciones fiscales que todos cumplimos. La cumbre del G-20 debe iniciar la demolición controlada de los paraísos fiscales.

Si no somos capaces de crear espacios de convivencia respetuosos y transparentes no conseguiremos construir un nuevo modelo económico que supere el que nos ha regido hasta ahora y que ha demostrado con creces sus limitaciones y sus terribles consecuencias.
Para terminar, no podemos permitir que nadie saque de la agenda política a la crisis de las crisis, aquella sufren millones de personas, que luchan cada día contra la pobreza y el hambre. Porque aquí al valorar las consecuencias de la crisis, hablamos de desempleo y destrucción de puestos de trabajo y es algo terrible. Pero, hay países en los que las consecuencias se miden en términos de vidas humanas, más vidas humanas. Debemos ampliar nuestro esfuerzo en la erradicación de la pobreza, es posible lograrlo con la colaboración de todos, con la convicción, además, de que también beneficia a nuestra propia ciudadanía.