27/1/09

Las bromas inaceptables de Berlusconi

Comparto la perplejidad e indignación, que estoy segura que sienten la inmensa mayoría de los italianos e italianas, ante las recientes declaraciones de Silvio Berlusconi en relación a las violaciones que han sufrido varias mujeres en Roma.

Las chanzas y chascarrillos de mal gusto con las que se ha despachado este supuesto “caballero” no son admisibles en una sociedad del siglo XXI y, desde luego, son intolerables cuando el que las pronuncia ejerce el cargo de presidente del Consejo de Ministros de un país europeo con una larga tradición democrática.

Llueve sobre mojado en este caso. Todos recordamos los comentarios, que debieron parecerle muy ingeniosos a su autor y a un restringidísimo grupo de aduladores, sobre lo problemas que se habría buscado Zapatero con su decisión de formar gobiernos paritarios en España.

Hacer bromas con un tema tan grave como la violencia machista (y la violación es un caso extremo de este tipo de violencia y agresión contra las mujeres por el mero hecho de serlo) y desplazar la responsabilidad de los ataques a las víctimas (esa “bellas italianas” a las que el señor Berlusconi parece tener tan poco respeto) es irresponsable, injusto y peligroso.

Respecto al contenido, que entre bromas y veras es lo realmente preocupante del asunto, lo que no parece entender el señor Berlusconi es que la solución a este grave problema no pasa sólo por un incremento de la acción policial (esa receta mágica y universal de la derecha para todas las situaciones y países) sino por medidas más profundas, integrales y compartidas por toda la sociedad. Seguramente el primer paso sea interiorizar como sociedad que el problema nos concierne a todos y todas y no sólo a las mujeres víctimas de las violaciones. A la vista está que, en este caso, es el propio Berlusconi no parece darle esa importancia a un tema sobre el que se permite hacer bromas inaceptables.

La responsabilidad que debemos asumir todos y todas, incluidos/as sus aliados políticos europeos (y desde luego sus aliados del PP en España) es decirle al señor Berlusconi que la cosa no tiene gracia, que no aceptamos chanzas sobre estos temas y que su obligación es estar a la altura de lo que le exigen los ciudadanos europeos e italianos.