27/10/08

Desigualdades

Durante el debate en la sede del Blog Action Day hubo una intervención de Pedro Cluster, autor del blog Indigencia, sobre la pobreza en España que me dio que pensar.

Tener como prioridad en la agenda política la lucha contra la pobreza mundial no significa abandonar a los ciudadanos de este país que pueden tener dificultades para llegar a fin de mes, o que por una u otra circunstancia caen en la exclusión social. ¡Al contrario!, La nuestra es una mirada de justicia no de caridad, defendemos un modelo de Estado de Bienestar que redistribuya la riqueza y que garantiza derechos a través de políticas públicas. Defendemos un modelo de España (de ahí que impulsáramos los pilares básicos del bienestar en los 80: Educación, Sanidad y Pensiones) y ahora lo hagamos con la Ley de la Dependencia y lo defendamos también en el resto del mundo.

Un paseo por América Latina, por ejemplo, nos muestra que no es suficiente solo con crecer económicamente para desarrollar un país, que hay que distribuir equitativamente la riqueza y fortalecer el estado para combatir la desigualdad. La diferencia entre los ciudadanos que viven en países del sur con estados raquíticos e inexistencia de políticas públicas es que no tienen un sistema al que apelar, ni “derechos” que exigir. Los ciudadanos que caen en la exclusión en España, tienen una red de protección social a la que acudir. Red que se fortalece cada vez que izquierda gobierna.

Estos días hemos conocido el informe de la OCDE sobre desarrollo, un informe que vuelve a arrojar la radiografía real de una evidencia. Nos dice que quienes ganaban mucho están ganando aún más y la desigualdad sigue aumentando notablemente, es decir, el fuerte aumento de la economía mundial beneficia a los más ricos. Pero también nos deja finalmente un mensaje muy importante: independientemente de si es la Globalización o alguna otra razón por la que la desigualdad ha estado aumentando- no hay motivo para sentirse impotente: una buena política gubernamental puede lograr el cambio.

Cuando la derecha gobierna y recorta los derechos sociales y el gasto social, la desigualdad crece en España y con ella la exclusión. No es casual que subamos peldaños en la escalera de la igualdad cuando desarrollamos políticas más justas y distributivas. Así lo dice claramente este Informe de la OCDE: durante los Gobiernos de Felipe González se redujo la disparidad entre las rentas más altas y más bajas, así como la tasa de pobreza, sin embargo en la década siguiente, coincidiendo con los Gobiernos de Aznar, se paralizaron estas tendencias y nos colocaron en la lista de los países que aumentaron la proporción de número de personas pobres.

Por eso, en estos momentos de dificultades económicas es más importante que nunca no recortar el gasto social. Al revés, es el momento de tapizar aún más la red de la protección, esa que rescata a los ciudadanos del primer mundo a través de sus derechos, esa que no llega a los países del sur por tejerse todavía con el hilo de un orden mundial injusto que deja en la cuneta a millones de personas.

Y en medio de todo Montoro pide que se recorte el gasto público en 2.100 millones de euros. ¿De donde? Montoro, dígalo con claridad, ¿precisamente de la red que protege a los pensionistas, estudiantes o parados? ¿De esa que nos incluye en un Estado de Bienestar tan privilegiado en el mundo en el que vivimos?